Llegada a la montaña vieja «Machu Picchu»

IMG-20180303-WA0059Las ganas de seguir conociendo viajes escondidos de este maravilloso país, nos llevó hasta la ciudad de Cuzco. Cogimos otro de esos fantásticos autobuses, pero esta vez tuvimos la mala suerte de que la carretera estaba cortada y tuvimos más de dos horas de atraso. La parada obligatoria que hicimos nos sirvió para bajar del autobús a visitar un pequeño pueblecito y su iglesia. Aún en ruinas y sin ningún indicio de que fuese a ser restaurada, comencé a ver ciertas pinturas que me eran muy familiares. 


También pude observar grandes faltantes en las columnas y alteres; carecía de esculturas y tan solo pude visualizar una pequeña cruz tallada de madera. Mi curiosidad, me llevo a preguntar a un señor de la aldea que pasaba por allí, ¿Qué había sucedido? Su respuesta espontanea: ¡fueron los españoles! Al principio me quede tan paralizada que solo pensé en cambiar de acento y fingir que era portuguesa. ¡Pero no!  Tenía mucho interés por saber que tenían en contra de nosotros y cuanto daño podíamos haberles causado.

La rabia interna que pude notar era algo que él había heredado de sus ancestros. No había decidido odiar a los españoles, se lo habían inculcado desde pequeñito. Inmediatamente entendí su postura, sin embargo intenté explicare que el robo del oro sucedió hace muchísimos años y que los españoles vamos de visita no íbamos para robarles, solo para admirar la belleza de su país. Aunque de poco sirviera y solo fuera un ingenua tregua, le pedí disculpas; el señor me regaló la primera sonrisa mientras se alejaba caminando al lado de su amada y pobre iglesia.

Cuando llegamos a la ciudad Cuzco, lo primero que observamos fue que sus prados y montañas tenían un color diferente al de Arequipa, era una ciudad cálida con un encanto particular. Caminamos hacia el barrio de San Blas, pintoresca estampa donde los artesanos inundaban las calles con sus tiendas y talleres. Continuamos por la calle de “la roca mayor” hasta la llegar a la famosa plaza de armas que fue construida sobre antiguos edificios incas.

Para pasar la noche, escogimos un hotel boutique situado en el centro del pueblo, “casa Cartagena”, precioso, limpio y la atención inmejorable. El encantador gerente, nos habló del espectáculo que iban a realizar esa noche en el centro de la plaza, donde a ritmo de bailes y danzas regionales aprendimos grandes anécdotas y costumbres autóctonas. Para cenar fuimos a un lugar típico peruano, “morena”,  nos lo habían recomendado unos amigos que frecuentaban la zona. Llegamos sin reserva e insistimos en que veníamos recomendados por un gran amigo, la señorita con una amplia sonrisa nos acomodó en el piso de abajo y nos ofreció unos deliciosos jugos naturales de cortesía. Pasamos una noche divertidísima, entre danzas, cantos y ceviches, ¡nuestro espíritu era ya peruano, estábamos cautivados!

Por la mañana cogimos el tren hasta aguas calientes. Éste, tiene diferente vagones y servicios, pero nosotros optamos por el Hiram Bringhan, un vagón todo incluido que nos transportó al siglo pasado. Cuando llegamos comenzó el gran show, nos dieron un coctel de bienvenida y al ritmo peruano con cánticos y panderetas disfrutamos de un recorrido maravilloso. Al llegar al a la ciudad de aguas calientes, lo primero que notas es la altura, hay que tener cuidado y darle tiempo al cuerpo para que se acostumbre. Por varias recomendaciones, decidimos dirigirnos directamente al hotel, “Belmond Santuary Lodge”, que es único hotel que se encuentra en la cima del Machu Picchu. ¿Por qué merece la pena alojarse en este hotel? No es la comodidad, ni la comida, ni el servicio, son las vistas y el privilegio de poder visitar la ciudadela del Machu Picchu y las ruinas dos horas antes de que abran las puertas al resto de visitantes. ¡Si la experiencia de visitar el Machu Picchu es una de las mejores que harás en la vida, imagínate hacerlo solo!

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